Cuando ya no te esperaba...


Era un día cualquiera, ella tenía pensado pasarla bien en aquella playa con sus amigas, así que se aventuraron. Risas, bromas, llantos fingidos, dramas, burlas y más risas iban y venían a lo largo de la noche… la estaban pasando increíble. Ella había decidido no beber demasiado, quería cuidar de todas por si alguna sorpresa.
Empezó a observar como todas reían sin control mientras poco o nada podía importarles el mundo y su miseria en ese momento, todo era felicidad. Qué lindo cuadro, ojala tuvieran ese pensamiento siempre, pensó. Ojala nunca tuviera que verlas tristes o mirando al horizonte mientras piensan en lo mucho que les hace falta algo… o alguien, se dijo a si misma mientras quedaba viendo el horizonte.
Esa extraña sensación que tienes al ver hacia el final del mar y ver como se une con el cielo… pensar un poco en lo hermoso del paisaje y no sentirte completo ni mucho menos feliz estando ahí. Te invade un sentimiento de vacío, de tristeza pero a la vez de esperanza.
Bueno ya basta, has venido a divertirte y no a filosofar, se dijo mientras se levantaba y bailaba sin música con sus amigas.
El día transcurrió sin ningún percance y se disponían a regresar hacia el hotel pero irían caminando por toda la playa ya que quedaba a unas cuantas cuadras de donde estaban en ese momento.
Empezaron a conversar sobre lo hermoso que ha estado la puesta de sol, sobre la broma de aquella vez en el baño de Luisa, del bloqueador solar mal puesto en la cara de Lina, del nuevo amigo de Vale,  de cómo casi se va volando el sombrero de Vero, de cómo enterraron en la arena a Cris y de la cara de perdida que ha tenido casi toda la tarde ella.
Entonces ha decidido parar a comprar un helado, después de todo no estaría mal darse algún gusto. Se quedo platicando de lo mucho que le gusta ese sabor con la chica que le atendía y entonces se despidió y avanzo en su caminata con las demás chicas.
De pronto se ha tropezado con algo y su helado ha caído en la espalda de alguien. El fin del mundo, quizás pensó. Lo que me faltaba, decía con los ojos cerrados. Ni siquiera de un helado puedo disfrutar, abrió los ojos y entonces lo vio. Era el, después de tanto tiempo. El mundo y su miseria la han puesto de frente con quien alguna vez quiso casarse pero después de una parada de bus, no volvió a ver.
La ha reconocido y con una amplia sonrisa ha comprobado que todavía la tiene en un buen recuerdo y que quizás no la ha olvidado. 
Cuanto tiempo sin saber de ti, con esa frase empezó una larga conversación que termino en una invitación de helado y en un beso que ella jamás olvidaría.
Después de haberlo encontrado cuando lo creía perdido, en el momento menos pensado… se ha dado cuenta de qué era lo que le faltaba a su vida.
Siempre existe alguien que nos rescata del naufragio. No pierdas la esperanza.

1 comentario:

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